Hace ya varios años que supe de Possession, la película de Andrsej Zulawski. La conjunción perfecta de metafísica y gore, decía mi entonces gurú y dealer de cine independiente: el ya mítico Juan Heladio Ríos. No era el único entusiasta, Pepe Navar y Naief Yeyha también se deshacían en elógios. Así que me puse a buscarla, pero en ningún videoclub la encontré, tampoco la vi en la cartelera de los cineclubes que frecuentaba, y en la piratería... nanay. Algunos me decían: la pasan seguido en el canal 11 y en el 22. Y era cierto, pero ya sabes que la ley de Murphy nunca falla, así que siempre me enteraba días después. ¿Qué tal? Le preguntaba a quienes la habían visto. Pues está loca, me decían con cara de noentendinimadres. Y así por el estilo; al final me olvidé de ella. Hace un par de semanas la encontré en la Lagunilla. Andaba buscando Virgin suicides, que por cierto no encontré, pero ahí estaba en DVD pirata: La obra maestra de Zulawski. No lo dudé. Aunque la recomendación que me dió el vendedor hubiera bastado para que me retractara: si te gusta Lovecraft te va a gustar (la película). Madres. Nadie me había dicho que era una pelicula lovecraftiana. Pero ya la estaba metiendo en mi mochila, y en fin, ni modo de echarse para atrás, mucho menos por 50 pesos.
Y ahí voy yo, esperando ver una adaptación de algún cuento del maesse HPL, pero oiga usted, Possession superó mis expectativas por mucho. Es la película más perturbadora que he visto en un buen rato, y no por sus imagenes violentas, o por sus imagenes sexuales (que bastarían para ello), sino por su ambientación, y algo más: lo que sugiere.
El universo de Possession es uno dominado por el mal, un mal indefinido, pero absoluto (y ese es el único vínculo que encuentro con el universo de Lovecraft). Por ejemplo, nunca nos enteramos en qué consiste con exactitud el trabajo de Sam Neill (esposo de Isabelle Adjani en la película), pero sabemos que tiene que ver con espionaje (corren los años del muro de Berlín), y más aún, se sugiere que Neill tiene algún tipo de poder mágico. De hecho, no es el único con poderes, pero nunca sabemos de qué naturaleza son estos, tampoco vemos a alguien utilizándolos. La ciudad y los espacios en los que se desenvuelven los personajes son parte muy importante de la historia, y también protagonistas: es una ciudad fría, ausente, con calles casi vacías y gente ensimismada; los interiores son muy similares, pero además tienen otra característica: comunican enajenación. Es decir: algunos son sucios, morbidos, sombríos; el resto son esmeradamente ordenados, amplísimos, y casi vacíos. Pero sobretodo estan las relaciones entre los protagonistas. El esposo y el amante de Isabelle; la maestra y el esposo; la madre del amante y el amante; los detectives; Isabelle y su esposo; y sobretodo Isabelle y su amante. Pero no el amante del que sabe el esposo. El otro amante. El Otro. Y quizá este sea el mayor enígma. Para empezar, ¿Qué chingaos es el amante de Isabelle? ¿de dónde carajos salió una cosa como esa? Podríamos hablar de súcubos e íncubos, e incluso, y cayendo en la interpretación barata, alguna criatura lovecraftiana. Pero no es tan simple. La película tiene varios niveles de lectura, entre ellos la naturaleza de la sexualidad femenina, la fidelidad, pero quizá el más obvio sea la desintegración de la pareja. No por nada lo más angustiante de la película son las escenas en que Neill y Adjani se enfrentan.
A proposito, Isabelle Adjani... carajo no sólo estaba bellísima aquí, sino que dio la actuación de su carrera, es más: me quedo corto, dio una de las actuaciones más delirantes que he visto. Loca, poseída, en ajena. ¿Qué tal la cara que pone cuando le dice a Neill lo siguiente: Soy de los seres que contaminan el planeta? O esta otra: Lo único que tenemos en común las mujeres es la menstruación.